Dimensiones: Altura: 17cm / Diámetro boca: 22cm / Diámetro máximo galbo: 24cm / Grosor pasta: 0,4cm /. Diámetro base: 7cm
La cerámica expuesta en la Vitrina 0 del Museo Arqueológico fue entregada al Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Fuerteventura en el año 1995 por D. José Melián, vecino de Antigua. Según su informe, la cerámica fue encontrada por vecinos de la misma localidad en una cueva del Malpaís Chico, durante sus labores de recogida de leña, junto a otras dos vasijas, y le informaron que contenían “como una especie de manteca petrificada”. En 1968 estos vecinos entregaron a D. José Melián la cerámica que analizamos, desconociendo a día de hoy el paradero de las otras dos vasijas. Posteriormente, en 1995, se procede a la entrega del gánigo al Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Fuerteventura, departamento que la custodia hasta su llegada en 2020 al Museo Arqueológico de Fuerteventura.
La cerámica que exponemos es de forma carenada y fondo plano, con cuello, boca ligeramente divergente y labio recto. De pequeñas dimensiones y paredes gruesas. La superficie de la cerámica es lisa y ligeramente bruñida. Hay que señalar que existen en los fondos del Museo otras cerámicas de similar tipología, encontradas en distintas zonas de Fuerteventura, aunque no tan bien conservadas. Presenta decoración incisa en forma de cuerda que rodea el carenado, desde donde parten hacia la base acanaladuras verticales paralelas entre sí en forma de peine (muy características de las cerámicas aborígenes), de unos 10 cm de largo, rodeando todo el cuerpo de la vasija. Dichas acanaladuras  presentan una mayor profundidad de la incisión en el arranque de las líneas, disminuyendo a medida que estas descienden hacia la base. La pasta cerámica es de grano fino, con el desengrasante no visible. El análisis de la composición de dichas pastas cerámicas ha permitido establecer que son la illita, el cuarzo y feldespatos los minerales que la conforman, actuando estos últimos como desengrasantes de las pastas.

La coloración negra de la cerámica no solo corresponde a un proceso de cocción en una atmósfera reductora (sin o con poca presencia de oxígeno), sino a que la propia arcilla contenía gran cantidad de materia orgánica que no ha desaparecido al no alcanzarse temperaturas elevadas durante su cocción. De hecho, según los análisis que se han realizado sobre la pasta de otras de las cerámicas que se han estudiado, esta ha sido inferior a los 900ºC, al hallarse fases minerales que no se han transformado al necesitar temperaturas superiores. Es una de las pocas cerámicas hasta ahora estudiadas que parece haber sido sometida casi completamente a una cocción con muy poca presencia de oxígeno, que solo ha llegado a algunas zonas de la base exterior porque posiblemente fuera cocida de manera invertida. En cuanto a su policromía, lo que más destaca es el recubrimiento rojizo que concentra en la zona de la boca antes del arranque del carenado, y en la mitad longitudinal del galbo, quedando la otra mitad sin revestimiento, con la coloración negruzca de la propia pasta cerámica.

Los análisis demostraron que se trataba de una aplicación de cal con pigmento rojo formado por hematites (Fe2O3). Esta aplicación no está afectada por el incremento de temperatura de la cocción, de forma que indudablemente se trata de un recubrimiento aplicado tras la formación y cocción de la cerámica, en frio. En estas condiciones, considerando que la cal es un producto que incorpora carbono en el proceso de carbonatación del hidróxido de calcio al carbonato del mismo elemento, se trata de un material potencialmente datable por radiocarbono. Para ello, se extrajo una pequeña cantidad de polvo del citado recubrimiento para su datación, en el sentido de discernir el periodo histórico en que fue aplicada la policromía. Según las conclusiones de Patrimonio 2.0. Consultores S.L., entidad responsable de los análisis, proponen dos posibles dataciones, una alrededor de los años 50 del pasado siglo y otra cerca del año 2000. Teniendo en cuenta que la cerámica se entregó al Cabildo de Fuerteventura en 1995, y que no hay constancia de intervención alguna sobre ella, parece más probable la fecha de los años 50, como fecha de aplicación de ese pigmento, descartando su origen prehispánico o medieval.

La cerámica, elaborada a mano, no a torno, se solía cocer a cielo abierto, sin horno, realizando una excavación poco profunda en el suelo, cubriendo los recipientes con la leña, de ahí que no se alcanzara temperaturas superiores a 900 °C durante la cocción.

En relación a su uso, puede plantearse la hipótesis de que fuera doméstico, con el fin de cocinar o calentar alimentos, pues a unos 5 cm de la base aparece una mancha negruzca que rodea el cuerpo, y que probablemente corresponda a su uso sobre el fuego. Sin embargo, no se descartan otros posibles usos de la misma, como de almacenamiento para alimentos o agua, uso ritual etc.

Sobre este recipiente cerámico, y dentro del proyecto de conservación e investigación del Museo Arqueológico de Fuerteventura, en el que colabora la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, la restauradora de materiales arqueológicos Sonia Argano realizó una intervención en 2022 con el objetivo de asegurar la integridad y estabilidad de la pieza.

Se realizó una limpieza muy suave y solo encaminada a retirar los restos de polvo superficiales, sin eliminar el estrato blanquecino de la base exterior, porque aunque es muy parecido a los estratos de calcita magnesiana (formados durante el enterramiento) hallados hasta ahora en el resto de las cerámicas, en este caso también puede corresponder al sustrato de cal que hace de soporte a la pintura de óxido de hierro y aceite.
También se procedió a la reintegración parcial de una grieta situada en la base, solo en la zona donde la separación entre los cortes permitía inserir el yeso, para de este modo asegurar que la pieza no pueda abrirse por la mitad. Esta inserción de yeso se ha coloreado con pigmentos minerales en dispersión acrílica mediante la técnica del estarcido, para conseguir la entonación cromática con el original, si bien es perfectamente diferenciable.

Sonia Argano, Restauradora de materiales arqueológicos.
Isidoro Hernández, Conservador del Museo Arqueológico de Fuerteventura.