Tal día como hoy, el 21 de diciembre de 2020, una vez que el Gobierno de Canarias autorizó su apertura, el Museo Arqueológico Insular de Fuerteventura comenzó su andadura, coincidiendo con el solsticio de invierno, una fecha muy significativa dentro del mundo religioso de la cultura del pueblo majo.

Sin embargo, el Museo actual no es sino el resultado de la sensibilidad patrimonial de muchos majoreros/as que desde los años sesenta del siglo XX han sido los responsables de conservar, investigar y difundir el patrimonio arqueológico de Fuerteventura.

La historia del antecedente del museo actual es el pequeño Museo Arqueológico de Betancuria, y un hito importante para ello fue una carta fechada el 14 de agosto de 1956 en Caracas, dirigida al Cabildo de Fuerteventura, en la que don Alfonso Martin Fajardo, vecino de Betancuria, cedía a la institución una casa de su propiedadpara que se destinara a centro cultural y museo, junto con 100.000 pesetas destinadas a las obras de adaptación y reforma del inmueble que hubieran de realizarse.

Las obras de restauración de la antigua casa (que hoy ocupa la zona administrativa del museo) y la primera museología culminaron en 1965,dirigidas por don Roberto Roldán Verdejo. Una vez abierto  al público, don Vicente Ruiz Méndez fue nombrado guarda y vigilante del Museo. Por tanto, es a estas dos personas a las que va dedicada la “Vitrina 0”, exponiendo parte de los materiales que figuran en el antiguo Libro Registro del pequeño Museo y que contiene los primeros bienes que formaban parte del primer discurso museológico.

Fruto de las rebuscas en jables, cuevas y barrancos que realizaba Vicente Ruiz, Vicentito como era conocido, muchos materiales procedentes del pueblo majo ya no iban a parar a los museos de Gran Canaria o Tenerife, sino que quedaban en nuestra isla, en este pequeño espacio de Betancuria.

Los bienes muebles expuestos en la “Vitrina 0” forman parte de esos primeros materiales que se expusieron en las vitrinas y que Vicentito fue reuniendo como si fuera uno de aquellos coleccionistas del siglo XIX, y hemos querido que sean acompañadas por las cartelas descriptivas y las etiquetas de registros que alguna vez, en la historia del Museo, identificaban a estos bienes. En su mayoría, son materiales descontextualizados que son recogidos de distintas partes de la isla, e incluso materiales que, a falta de una investigación más profunda, creemos que no pertenecen a los indígenas de Fuerteventura.

La relación de los materiales expuestos es la siguiente:

  1. Microcerámica decorada que según el registro fue hallada en Rosita del Vicario (Antigua). No obstante, testimonios orales recientemente obtenidos sitúan su procedencia en Maninubre (Antigua).
  2. Lítico. Piedra en basalto vacuolar trabajada procedente de Fayagua (Pájara).
  3. Fragmento de cerámica registrada con el número 817, con decoración poco frecuente en su tercio superior. Sin procedencia.
  4. Fragmentos de cerámica y restos de ovicápridos procedentes de Pozo Negro (en la información no se especifica zona concreta).
  5. Cuentas y abalorios. Además de la placa de arenisca de forma circular procedente de Rosita del Vicario, se exponen 7 bienes de enorme interés, destacando las cuentas placas de conchas procedentes de Gran Montaña (Betancuria) y La Atalayita; una cuenta o colgante pétreo procedente de una cueva del volcán de Gayría (Antigua); un colgante realizado con la concha de cypraea y una piedra pulimentada con ranuras muy similar a las encontradas en el registro arqueológico de los majos de Lanzarote, aparecida en Rosita del Vicario (Antigua).
  6. Hacha pulimentada y cilindro pulimentado de difícil adscripción a la cultura indígena de Fuerteventura. Aparecen bienes similares en el Museo Arqueológico Benahoarita de La Palma, pero tampoco adscritos a la cultura de los indígenas de esa isla, por lo que a falta de una mayor investigación, presuponemos que son objetos que proceden del coleccionismo.

 

Isidoro Hernández Sánchez.

Conservador del Museo Arqueológico de Fuerteventura.